Trump Bueno, Trump Malo. Oswaldo Espinoza.
Trump Bueno, Trump Malo.
Oswaldo Espinoza.
https://tableroordenmundial.blogspot.com/
Artículos recientes como los de Meyssan
en la Red Voltaire y Peláez en Sputnik podrían dar la impresión de que algunos analistas
reconocidos de tendencia contra hegemónica están defendiendo a Donald Trump,
colocando al Presidente de EEUU como el “bueno” o incluso la víctima en el
juego de poder que se libra en los Estados Unidos y que algunos ya califican
como una nueva guerra civil; obviamente que esta no es la intención de los
autores referidos, pero hace necesario profundizar en el tema para que no caer
en la dicotomía simplista del bueno y el malo; quizás no sea quien escribe el
más indicado para hacer el trabajo, empero eso no impide que haga un aporte al
respecto.
La argumentación, aparentemente a
contracorriente de Meyssan y Peláez, se basa en el hecho de que Trump
representa una corriente nacionalista de extrema derecha que busca retomar a
los EEUU como potencia industrial
manufacturera, con un área de influencia sólida y exclusiva, que lidere y tenga
al resto del mundo como cliente y mercado cautivo, que es lo que él llama hacer
grande a América de nuevo; esta postura que Meyssan llama Jacksonniana, pues
parte de los postulados aplicados por el Presidente Andrew Jackson; se opone a
la corriente de los globalistas, que se apoya en el sector financiero que creó
y pretende sostener un sistema neoliberal mundial con EEUU como gendarme, con una
presencia militar global y una política de guerra permanente sobre la base de
la doctrina Rumsfeld-Cebrowski de destrucción de los Estados de una amplia
franja del planeta.
Los globalistas, con todo el
apoyo del partido demócrata, el sector financiero mundial y un grupo de
multimillonarios de Estados Unidos y Europa, estarían detrás de la campaña por
destituir a Trump, lo cual ya se intentó con el impeachment, o impedir su reelección
en las próximas elecciones, para lo cual estarían aprovechando las
manifestaciones nacionales por el asesinato del afroamericano Gorge Floyd, en
las cuales estarían financiando a un grupo desestabilizador que promueve actos
violentos aprovechando las movilizaciones populares, para complicar la imagen
de Trump, ya deteriorada por el manejo de la pandemia; otro factor importante
es esta dirección es la posición beligerante que están asumiendo el alto mando
del Pentágono y ex oficiales de primer rango en clara oposición al Presidente Trump,
comprometiendo aún más su situación política interna; sumando a ello la
publicación del Libro de Bolton que estaría dejando muy mal parado a Trump.
Ahora bien, esto no quiere decir, como acota María Alejandra Díaz, que Trump
sea bueno o una pobre victima pero si deja en claro que en los EEUU se libra
una guerra interna de amplio espectro con incidencias en el escenario global.
En todo caso las motivaciones de
Trump no son precisamente revolucionarias, ni altruistas, él es un empresario
de la vieja escuela, fiel creyente del destino manifiesto y seguidor de la
doctrina Monroe, un supremacista blanco, al que le es difícil ocultar su
desprecio hacia las grandes mayorías excluidas del mundo, a los olvidados de la
tierra; su interés principal es que su país sea el primero y más poderoso, el
más rico y reconocido por todo el planeta como superior; es un hombre que
representa sin filtro alguno el ser estadounidense, él no disimula diplomáticamente
lo que siempre han creído en EEUU, como por ejemplo el hecho de que no tienen
aliados, para ellos sólo existen los estados vasallos, que deben plegarse a sus
intereses y pagar por su protección y “favores”, algo que está descubriendo la
vieja y pretensiosa Europa, la llamada angloesfera y los tigres asiáticos.
Trump acepta, sin confesarlo, que su proyecto implica reconocer una
redistribución del poder mundial en áreas de influencia con otras potencias,
siempre y cuando sean potencias secundarias, regionales y más débiles,
incapaces de amenazar realmente la supremacía de EEUU, por eso promueve la
retirada de las tropas de escenarios lejanos y ajenos, justificando la
presencia en el terreno exclusivamente dónde se puedan obtener beneficios
económicos del control de una zona, como en el caso de la región petrolera de
Siria, para todos los demás, o pagan por su protección (como hace la mafia
organizada) o que paguen comprando las armas del complejo militar industrial de
Estados Unidos, mercado que piensa garantizar a través de la imposición de sus
equipos a sus “socios”, el debilitamiento deliberado del complejo militar de
Europa y la competencia desleal contra la industria militar rusa y china a
través de la ley extraterritorial CAATSA. Este planteamiento habla de lo que
los Rusos llaman el verdadero tamaño de los EEUU que ya traté en un trabajo
anterior.
Aparentemente este escenario
puede ser bueno para Asia occidental y buena parte del resto del mundo, Trump Bueno, el problema aquí es para nosotros
en América Latina, y es que como ya se dijo para el presidente Trump el
verdadero tamaño de Estados Unidos incluye medio mundo, representado por el atlántico
norte, la mayor parte del océano pacifico y todo el continente americano como
dicta la doctrina Monroe, por lo cual asume que nuestra tierra es por mandato
divino no más que su patio trasero, frase que encierra mucho significado pues
por una parte indica que forma parte de la propiedad del dueño de casa, y por
otro lado, se trata de la parte trasera, donde se hace lo que quiere lejos de
la vista de los vecinos, incluso donde se abusa o se guardan la basura y cachivaches;
es decir no es el jardín o el porche que debe permanecer bonito y presentable
para guardar las apariencias, un papel que en este caso le corresponde a
Europa, Canadá y demás socios “civilizados” de la angloesfera, preferiblemente
sociedades mayoritariamente blancas, cristianas y capitalistas; una parte de la
propiedad más elegante, pero propiedad al fin y al cabo. En otras palabras, en
el proyecto geopolítico de Trump, como lo revela Bolton en su libro, nosotros
seguimos siendo parte de EEUU, su patio trasero, más que naciones soberanas
algo así como una comunidad de estados libres asociados en el mejor estilo
neocolonial, Trump Malo.
Lo más importante es entender que
el análisis sobre Trump no se puede simplificar en exceso, en primer lugar
porque el hombre no es ningún orate, idiota, bruto o torpe sin ninguna idea del
mundo político; el señor Trump es un peligroso y astuto empresario, megalómano,
un supremacista perverso con absoluta
claridad en su proyecto político y que está dispuesto a todo para lograrlo, es
un Presidente que no va a renunciar a su patio trasero y eso son malas noticias
para nosotros; aun así, eso no quiere decir que la campaña desatada en contra
de ese señor por los globalistas representen buenas perspectivas en el caso de
su hipotética salida del poder por derrota electoral. El asunto es que Trump es
un dique de resistencia contra los globalistas, el sector financiero mundial y
los militares políticos del Pentágono que proponen la destrucción de todos los
estados de la cuenca del Caribe, en una forma parecida a lo que hicieron con
Irak y Libia, y esta es precisamente la opción electoral de Biden, que no será
más que un instrumento de tales intereses.
Finalmente no se trata de cuál es
la mejor opción entre ser patio trasero o terreno baldío, se trata de entender
que debemos defender nuestro propio proyecto, en primera instancia para que
pueda sobrevivir a semejantes fuerzas, en segundo lugar para hacerlo renacer en
forma soberana, a través de la crítica y autocrítica, corrigiendo lo que sea
necesario y retomando los procesos internos de consolidación de un poder
popular cada vez más autónomo y participe en el proceso de toma de decisiones y
gestión pública; de igual forma deben rescatarse los procesos de integración de
la patria grande nuestro americana. Escapar de las perversas opciones que nos
presentan las facciones rivales del imperio, implica una mayor integración
Sur-Sur, que sea social, política, económica, comercial y de defensa integral;
como también de establecer las alianzas necesarias con los poderes emergentes
del mundo para buscar el equilibrio de fuerzas, siempre y cuando sea una
relación ganar – ganar que no implique ceder soberanía y autodeterminación. No
se trata de Trump Bueno o Trump Malo, se trata de nuestra voluntad y resolución
de ser libres.
Pltgo. Msc.
Prof. UBV-CEPEC.
Inv. Colaborador CIM.
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