La Quinta Guerra Mundial del Imperialismo Occidental. Pltgo. Oswaldo Espinoza.
La Quinta Guerra Mundial del
Imperialismo Occidental.
Pltgo. Oswaldo Espinoza.
La historia oficial
reconoce dos guerras mundiales que tuvieron lugar en el siglo XX, la primera,
conocida en su momento como la gran guerra, producto de la disputa por la
distribución de las riquezas y las posesiones ultramar entre las potencias
coloniales europeas, con la participación del emergente EEUU, ya expansionista
en el continente americano y que había ingresado al club colonial al despojar a
España de Cuba y Filipinas; y la segunda guerra mundial, que se produce ante el
colapso del débil orden de la Sociedad de las Naciones surgido en la posguerra
y el choque frontal entre los tres proyectos imperiales más poderosos de la época
por tomar posesión de los dominios de un imperio británico ya en franco
retroceso, es decir, el proyecto del espacio vital alemán del fascismo, el japonés
por crear su dominio imperial en Asia-Pacífico, y finalmente el proyecto de la
Gran Área de Estados Unidos, quien ya había determinado, desde muy temprano en
el siglo XX, su imposibilidad de autarquía con los recursos propios, y en
consecuencia la necesidad de controlar una gran área del planeta para alcanzar
y mantener un estatus de gran potencia mundial que se correspondiera con su
destino manifiesto y el gran sueño americano.
La tercera y la cuarta
guerra mundial son llamadas así por los propios estadounidenses, tanto por la
clase política del departamento de estado, como por los halcones del Pentágono,
que representan el poder formal, como el verdadero poder detrás del poder, que
no es otro que el complejo militar industrial y el llamado estado profundo conformado
por las elites dominantes de esa sociedad en coalición con las demás elites del
norte global, que son quienes determina la política exterior estadounidense,
más allá del partido y presidente de turno; para ellos está muy claro que EEUU vivió
y vive una guerra permanente a lo largo del siglo XX y el primer cuarto del
siglo XXI, para los militares de ese país está perfectamente claro, y se
refleja en sus discursos, que la llamada guerra fría, no fue más que una muy
prolongada tercera guerra mundial, con la que esperaban terminar con un ataque
nuclear preventivo contra la URSS a mediados de los 50, pero que se volvió un
conflicto de largo aliento al verse frustrados los planes iniciales por el
desarrollo nuclear soviético en el 49, estableciéndose un equilibrio estratégico
por la capacidad de represalia de los soviéticos y el principio de la
destrucción asegurada; simplemente se volvió imposible acabar con los odiados
rusos sin suicidarse en el proceso. La tercera guerra mundial ve su fin con el
colapso de la URSS como consecuencia de los errores propios y la campaña
imperial del occidente colectivo para provocar el desgaste e implosión del
proyecto soviético.
La cuarta guerra
mundial, bautizada así por Woolsey, ex director de la CIA, no es otra que la
mal llamada guerra contra el terrorismo internacional, que formalmente comienza
con los atentados del 9/11 contra las torres gemelas, pero que en realidad se
corresponde con los planes de la clase dominante estadounidense, desarrollados
años antes, para aprovechar el momento unipolar generado por la caída de la
URSS; planes que establecían el acoso y perturbación,
así como el ataque y destrucción de los estados desde el norte de África, hasta
Asia central, pasando por todo el mal llamado medio oriente, propósitos que
recibieron luz verde y se vieron acelerados por el evento tipo Pearl Harbor del
11 de septiembre, que permitió contar con todo el apoyo de una sociedad
renuente a las guerras desde Vietnam. Para Heinz Dietrich, en su obra “Las
Guerras del Capital”, predice que esta guerra tendrá dos fases, la primera, en
pleno desarrollo en ese momento (2005), marcada por la globalización neoliberal
destinada a convertir al mundo en una maquiladora global militarizada, y una
segunda fase, caracterizada por la implementación de un salvaje proyecto
neofascista global dirigido por Estados Unidos; en este sentido, para este
autor, lo que estamos viendo actualmente sería el inicio de esta segunda fase;
no obstante, desde el punto de vista de quien escribe, los cambios geopolíticos
mundiales son tan trascendentales que han obligado a EEUU a reconfigurar de tal
manera la política exterior y la doctrina militar imperial, bajo la dirección
de la elite nacionalista de extrema derecha, que más que una nueva fase de la
cuarta guerra, estaríamos siendo testigos presenciales del comienzo de la
quinta guerra mundial.
Este 2.020 bien podría
asumirse como el inicio formal de esta quinta guerra, aunque al igual que en
las anteriores se ve precedido por una serie de hechos que la prefiguran, como el
ascenso de los nacionalismos de extrema derecha al poder en muchas de las
potencias establecidas y emergentes del mundo, como en el caso de Trump en
EEUU, Modi en la India, Johnson en Reino Unido y Bolsonaro en Brasil, por poner
algunos ejemplos emblemáticos; con Trump, el ala ultranacionalista y
supremacista del estado profundo puso a andar una nueva estrategia que se
manifestó en los hechos de los años recientes, como la salida sistemática de
los organismos multilaterales como la UNESCO y la OMS, tratados fundamentales
como el PAIC con Irán y los 5 + 1, el desconocimiento progresivo del derecho
internacional, y el desbaratamiento del sistema de control de armas de
destrucción masiva, incluyendo la salida del INF y el tratado de cielos
abiertos, así como volver casi imposible la renovación del START III. La razón
por la que este año puede ser considerado como el inicio formal de la quinta
guerra mundial, está en la escalada de las tensiones geopolíticas con potencias
resurgentes como Rusia a través del bucle de la anaconda, potencias regionales
como Irán con el asesinato de Soleimani y posterior represalia iraní, pero
sobre todo con la declaración de China como el enemigo y rival principal del
imperialismo estadounidense, que se manifiesta en una guerra comercial
profundamente desleal, guerra tecnológica, sanciones unilaterales, injerencia
política en los asuntos internos y acoso militar permanente contra el gigante asiático.
La característica fundamental
y fundacional de la quinta guerra es el reconocimiento de facto de EEUU de que
ya no puede pretender ejercer en solitario la dominación mundial, algo que reconoce
el propio Kissinger al hacer un llamado a su país para cambiar el rumbo de su
política exterior con China, para evitar una colisión, en virtud de que se
están creando condiciones muy similares a las que produjeron la primera guerra
mundial; es decir, que el momento unipolar es cosa del pasado, misma razón por
la cual el servicio de inteligencia británico, el MI6, aconseja a su gobierno
aprender a convivir con China; el asunto es que los chinos aceptaron y adoptaron
las reglas del juego de un orden políticamente unipolar y económicamente neoliberal,
para darle sus propias características y no solo alcanzar e igualar a los EEUU
en algunas áreas, sino para, incluso, atreverse a adelantar y superar al
hegemon en materias como el 5G, la IA y el Hipersonido. Esta toma de conciencia
obligo a las elites estadounidenses a reformular profundamente su doctrina
militar, concebida luego de la caída de la URSS, como de gendarme global, para
intimidar/disuadir a los enemigos, y preparada básicamente para la guerra
contrainsurgencia, para pasar a una nueva doctrina de rivalidad estratégica y
confrontación entre grandes potencias, en la que China es el principal enemigo,
haciéndose necesaria crear una alianza global anti China, a la que incluso han
invitado a Rusia, repitiendo en sentido inverso la jugada que hicieron al poner
a los chinos en contra de la URSS para contenerla, una propuesta firmemente
rechazada por el gobierno de Putin; este es un cambio tan radical como el giro económico
de la globalización neoliberal, al resurgimiento de los proteccionismos
nacionalistas de extrema derecha, de corte fascista, junto con nuevas formas de
neocolonialismo y explotación del sur global para el control de sus pueblos y
recursos; ese cambio, desde mi perspectiva, es tan radical que considero que es
más que suficiente hablar de la V guerra mundial, en lugar de una nueva fase de
la cuarta.
La asignación del 2.020
como el año de inicio formal de la V guerra mundial del imperialismo
occidental, tiene ya suficientes argumentos a favor, al menos en mi opinión,
pero este año histórico, hasta ahora, sobre todo por la pandemia mundial de la
Covid-19, aún no culmina y tenemos por delante, al momento de escribir este
artículo, las elecciones de EEUU, y la pronosticada sorpresa de octubre que
podría precederla; además se encuentran en pleno desarrollo, como diría nuestro
querido Walter Martínez en su muy extrañado Dossier, procesos geopolíticos de
tensión creciente en prácticamente todos los continentes: Las guerras en Siria,
Libia y Yemen, el conflicto en el Cáucaso entre Armenia y Azerbaiyán, la fuerte disputa entre griegos y turcos en el
mediterráneo oriental, el recalentamiento entre India y China por el diferendo territorial,
el intento de Maidan en Bielorrusia, el bloqueo y amenaza permanente de
agresión contra Venezuela, Nicaragua y Cuba, y sobre todo la permanente presión
ejercida en torno a las fronteras y zonas de influencia de Irán, Rusia y China,
que podrían provocar con cualquier error de cálculo una confrontación de gran
escala. Para muchos analistas, que podemos considerar optimistas, la V guerra
mundial será una reedición de la tercera, una nueva guerra fría, para otros más
pesimistas, en cambio, puede volverse una conflagración verdaderamente mundial,
con consecuencias globales y un potencial destructivo que superaría con mucho
el alcance de la primera y la segunda combinadas, para mí el problema está en
que la crisis estructural del capitalismo y el retroceso del poderío estadounidense
como potencia hegemónica mundial, han llevado a la elite supremacista del
estado profundo a buscar un status similar al del segundo lustro de los años
40, retomando la tesis suicida del ataque preventivo para evitar por cualquier
medio ser superado, arrastrando en su locura desesperada a toda la humanidad,
comprometiendo la supervivencia misma de la especie. No queda más que esperar
que impere el sentido común y se eviten los conflictos bélicos, para de esta
forma tener la oportunidad de demostrar que otro mundo es posible, con una
visión diferente de las relaciones entre los seres humanos, y de estos con el
medio natural, que permita la reproducción de las condiciones necesarias para
la vida y supere las desigualdades y profundas injusticias.
Pltgo. MSc. Oswaldo
Espinoza.
Docente/investigador
UBV-CEPEC. Investigador asociado del CIM.
Participante de la
Especialización en Epistemologías del Sur de CLACSO.
Administrador de los
blogs: https://tableroordenmundial.blogspot.com/ y https://descolonizarlaeducacion.blogspot.com/
Colaborador como
analista para: Mundo.sputniknews.com, Alainet.org, Otrasvoceseneducación.org,
Analéctica.org, Aporrea.org, Rebelión.org, Barometrolatinoamericano.blogspot,
Cubadebate y Cubainformación.
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