Tablero Mundial

ENTRE TIEMPOS (A PROPOSITO DE LA …) Se tambalea la humanidad, cuerpo, mente y espíritu se estremecen entre el enemigo común y surgen preguntas, volando como flechas-vectores buscando el punto final, la respuesta. ¿Será que la humanidad es como un menú en la mesa de un rey? ¿Será que la humanidad es como un pastel en la gran mesa llamada TIERRA?                 Mi entendimiento se posa en la segunda cuestión. Título ya tiene la peste Pandemia la llama la OMS Ya se presentan en aposento común los grandes pensamientos, Aflora la emoción, la ética, la estética, el arte y los valores en preponderación. Se sientan viendo sus rostros como en la mesa redonda de los caballeros de León: Protágoras, Aristóteles, Platón, Plotino, Berqueley, Fichte, Schelling, Ditlhey, Saint-Simon, Comte, Descartes, Hegel, Husserl, Nietzsche, Kant, Dewey, Marx, Engels y otros de la lista que no logro ubicar. Se envuelve en remolino el pensamiento, no son espadas ni bombas las que

El Coronavirus arranca las máscaras del Sistema Mundial. Pltgo. Oswaldo Espinoza. La Pandemia mundial del Coronavirus COVID-19 está cubriendo los rostros de la población mundial con mascarillas pero a la vez está despojando de máscaras los rostros hipócritas de los actores del   tablero mundial, principalmente de las naciones más poderosas del Norte Global y el Occidente colectivo autoproclamados como los mejores ejemplos y guardianes de la civilización, los derechos humanos y la democracia; así como, de los organismos multilaterales que se supone son garantes de la igualdad, la justicia, los derechos universales, de la paz y la solidaridad humana. Esta pandemia, cuyos orígenes la mediática internacional al servicio de los poderosos asigna a China como parte de la guerra multidimensional para detener el ascenso del gigante asiático, está demostrando los verdaderos principios y valores de las clases dirigentes del planeta y las poblaciones de las naciones del mundo; de

El Peligroso Viejo Oeste… de Asia Pltgo. Oswaldo Espinoza. Muchos de nosotros crecimos viendo y leyendo la versión Hollywoodense del viejo oeste legendario, una tierra salvaje, habitada por salvajes (sus habitantes originarios), en la que los pioneros (invasores de hecho) querían llevar la civilización, la fe y el progreso; una tierra sin ley, en la que había que ser duro para imponer el orden y la paz. Generalmente los salvajes atacaban a los buenos vaqueros pero al final aparecía un héroe, un pistolero forastero que se convertía en el comisario y terminaba imponiendo el orden por cualquier medio, preferiblemente a punta balas; así por el eficiente trabajo de la industria cultural estadounidense crecimos odiando al indio y admirando al héroe pistolero matón. Con el mismo guión se fabricó el relato sobre el aún más viejo oeste de Asia, aunque en este caso lo conocemos, desde la visión eurocéntrica de la historia, como el medio oriente; si hacemos ciertos paralelis