La Reunificación de Taiwán con China Como posible Escenario de un Conflicto Mundial entre Potencias Globales. Oswaldo Espinoza Politólogo, docente e investigador universitario.
La
Reunificación de Taiwán con China
Como posible Escenario de un Conflicto Mundial
entre Potencias Globales.
Oswaldo
Espinoza
Politólogo,
docente e investigador universitario.
El centro de atención mundial se
mueve con miradas de preocupación hacia Taiwán como posible escenario de
conflicto, que inicialmente sería entre los dos lados del estrecho que reclaman
el nombre de China, es decir, entre la República Popular China continental y la
república de China con sede en la isla de Formosa, la cual es considerada como
una provincia renegada con intenciones secesionistas e independentistas,
simplemente inaceptables para el gigante asiático, que asume a la isla como
parte inalienable de una sola China; no obstante, la preocupación global no se
basa en un conflicto regional que plantea como una solución (cada vez más
probable), la invasión, ocupación y reunificación de Taiwán por la vía militar,
no, de hecho la alerta generalizada se enciende ante la posibilidad de un
escenario de guerra que involucre a múltiples y poderosos actores de la geopolítica
global, convirtiendo un conflicto regional en una hipotética III guerra
mundial.
En primer lugar hay que entender
que la isla de Formosa, que se había perdido en manos de Japón hasta el final
de la II guerra mundial, se convirtió en
el último refugio de Chiang Kai-shek, el partido nacionalista del Koumintang y
más de un millón de sus seguidores, luego de ser derrotados en la guerra civil
por Mao Zedong y el Partido Comunista Chino en 1949; con el apoyo occidental y
el reconocimiento de la ONU hasta 1971, cuando el máximo organismo multilateral
reconoce a la República Popular China, y a Taiwán como parte inalienable de
China, y le restituye su lugar permanente en el consejo de seguridad de las
naciones unidas, un reconocimiento que se mantiene firme y es seguido por una
inmensa mayoría de países, incluyendo a los Estados Unidos que reconoció a la
RPC en 1979 luego de acuerdos para contener a la URSS en el marco de la guerra
fría, desde entonces, USA ha seguido lo
que conoce como ambigüedad estratégica con China, lo cual quiere decir, que
mantiene su reconocimiento diplomático a la RPC, al tiempo que apoya comercial
y militarmente a Taiwán, alentando sus propósitos secesionistas.
La importancia de reunificar Taiwán
para la gran China, tiene un alcance considerable en todas las esferas
geopolíticas vitales para el gigante asiático, tanto en el político, histórico,
económico y militar; la posición estratégica de la isla frente a las costas
continentales chinas, y sus posición política actual alineada con los intereses
del occidente colectivo, contribuyen decisivamente a mantener a China
prácticamente encerrada dentro de la conocida primera cadena de islas del
pacifico, que van desde los archipiélagos mayores del sudeste asiático hasta
Japón, limitando seriamente la proyección oceánica del gigante; recuperar
Taiwán equivale a retirar un tapón en ese cerco de contención, dándole un
acceso directo a la gran océano, en primer lugar a su flota comercial, en
segundo a su enorme y creciente flota armada y submarina, sin depender tanto de
permisos de transito por estrechos y aguas territoriales de otros estados,
haciendo a China, un tanto menos vulnerable a las políticas de contención y
bloqueo.
La República Popular China nunca
ha renunciado a la reintegración de la isla por cualquier vía, incluyendo la
militar, el problema para la RPC con la implementación de esta vía siempre fue
históricamente de capacidades, por cuanto para una potencia inminente terrestre
como la China de hasta hace unas tres décadas el estrecho de mar que la separa
de la isla renegada constituía un obstáculo extraordinario, situación
perfectamente aprovechada, no solo por Taiwán, sino también por sus aliados,
sobre todo por EEUU que no dudo en demostrar poder y musculo naval en cada una
de las crisis del estrecho; ahora bien, esas limitaciones pertenecen al pasado
y ahora China ha desarrollado, en forma impresionante, sus capacidades
defensivas y ofensivas, ya no solo en tierra, sino también en el aire, el
espacio y sobre todo navales, incluyendo las capacidades de guerra anfibia,
imprescindibles para una operación como la planteada en Taiwán, último aspecto
este que se completará con la puesta en servicio de los LHD (portahelicópteros)
tipo 075 y su equipamiento, aún sin confirmar oficialmente, con helicópteros de
ataque pesado Ka-52K Katrán de fabricación rusa los cuales están especialmente
configurados para la guerra naval y no tienen equivalente real en el complejo
industrial militar chino; las incursiones concurrentes de la aviación de la PPC
en números que varían entre días de unos cuantos cazas a más de 50 aviones
entre cazas, bombarderos, antisubmarinos, e inteligencia, incluyendo los
modernos J-16D de ataque electrónico, son a la vez, una demostración de fuerza
con un mensaje claro a la isla de que las capacidades actuales son suficientes
para implementar la vía militar, así como una advertencia disuasoria y
respuesta a la injerencia de potencias extranjeras, como Estados Unidos y el
Reino Unido, con la intención de contrarrestar las incursiones aéreas y navales
de estos estados exógenos de la región, asegurando que habrá respuesta firme y
que no existe del lado chino temor a la confrontación armada, como puede
constatarse en la línea de discurso sobre el tema de Taiwán que manejan tanto
el presidente Xi Jiping, su canciller y ministro de defensa, así como las
autoridades del PCCH.
Haciendo una conclusión
preliminar podría decirse que el asunto no es si China reunificará a Taiwán,
aún por la vía militar de ser necesario, o no, sino cuando, y sobre este asunto
ya hay predicciones de los propios protagonistas; así por ejemplo para el
ministro de defensa de la isla Chiu Kuo-cheng, China estará en plena capacidad
de atacar Taiwán para 2025, es decir en apenas 4 años a partir de ahora; por su
parte el almirante de la Armada estadounidense Philip Davidson considera que el
plazo es de 6 años, y ese es el tiempo aproximado que se requiere para que
estén plenamente en servicio los 3 LHD tipo 075. Obviamente la posibilidad se
torna cada día más real y cercana, lo que hace que la presidenta de la isla
Tsai Ing-wen lance voces de alerta a todo occidente advirtiendo que no defender
Taiwán traería consecuencias catastróficas a el actual orden mundial, lo cual
nos abre una segunda línea de análisis sobre el involucramiento de aliados y
vecinos de Taiwán en una hipotética confrontación con la RPC y sus probables
aliados, desencadenando la perspectiva de una inadmisible guerra mundial con
consecuencias inasumibles.
En este escenario se plantean
posibles alineaciones de bloques de potencias confrontadas en una guerra total,
pero en realidad el análisis no es tan simple, aunque si potencialmente
peligroso; en primer lugar EEUU mantiene su ambigüedad estratégica con las dos
chinas, manteniendo el reconocimiento diplomático de la RPC y apoyando cada vez
más descaradamente a Taiwán, promoviendo el reconocimiento diplomático de
estados vasallos estadounidenses (aun cuando él mismo no lo hace) y las
relaciones comerciales con la isla, pero sobre todo en el plano militar, con la
venta de armas de carácter defensivo según lo autoriza su ley de relaciones con
Taiwán, aunque evitando e incluso prohibiendo las armas más modernas y
sofisticadas como los aviones de 5ta generación F-35 por temor a que caigan en
manos chinas después de la reunificación, y más recientemente con la
información del The Wall Street Jornal, afirmando que las fuerzas especiales de
EEUU han estado entrenando en secreto a los militares de Taiwán para confrontar
una invasión China, probablemente a través de operaciones de fuerzas especiales
anfibias que realizarían labores de sabotaje del otro lado del estrecho contra
barcos e instalaciones de la República Popular China.
Ahora también se escuchan voces
en el Congreso de USA para abandonar la ambigüedad estratégica, declarando
abiertamente que Estados Unidos intervendría en caso de una invasión de China,
implicando el rompimiento automático con la RPC, que considera el problema de
Taiwán como un asunto exclusivamente interno, convirtiéndose de facto en una
declaración de guerra además de en una catástrofe económica, dada la imbricada
y estrecha relación entre la economía de ambas potencias, por lo que esta
iniciativa política no debería prosperar; convencidos de su excepcionalismo,
los legisladores asumen que bastará con el anuncio oficial de apoyo a Taiwán en
un conflicto con China, para que los chinos se asusten a muerte y renuncien
para siempre a sus aspiraciones de reunificación. A fin de cuentas a EEUU le
conviene mantener la tensión alta en el estrecho y utilizar a Taiwán como una
de las puntas de lanza en la política de contención de China, lo cual no
significa que el tío Sam este oficial y firmemente comprometido con la defensa
de la isla, como lo demuestra la reciente llamada de Biden a Xi para disminuir
las tensiones, una llamada que duro horas, y dejó claro que EEUU quiere que
Taiwán siga siendo una molestia geopolítica importante para China por el mayor
tiempo posible pero sin llegar a comprometerse en un conflicto por la isla;
esto es así y Taiwán lo sabe, por eso las declaraciones de la presidenta Tsai,
otro tanto puede decirse de Japón que luego de afirmar estar comprometido con
la isla, ha declarado que estudiarán la situación para definir sus movimientos.
Sobre la vecindad de China, es
necesario apuntar algunos aspectos fundamentales, pues si bien es cierto que la
mayoría de los estados del área, especialmente los del mar de China, mantienen
importantes diferendos territoriales con la RPC, y se encuentran políticamente
alineados con occidente, también están estrechamente vinculados con el gigante
asiático en materia económica y comparten con él mecanismos de integración
multilateral de primer orden, de los cuales obtienen beneficios para su
economía actualmente y con enormes perspectivas de futuro, pero que también los
convierten en estados interconectados e interdependientes con la poderosa
economía China; mecanismos como el RCEP (Asociación Económica Integral
regional), conformado por los 10 estados de la Asociación de estados del
Sudeste Asiático ASEAN, más las gigantescas economías de China, Japón y Corea
del Sur, además de Australia y Nueva Zelanda; se trata de una asociación que
reúne los tres 30, que dan cuenta de su peso en la economía global: 30% de la
población mundial, el 30% del comercio y el 30% del PIB mundial; Además ahora
China ha solicitado su admisión al CPTPP (Acuerdo Integral y Progresista de
Asociación Transpacífico), el antiguo TPP abandonado por Trump, que aun siendo
más pequeño que el RCEP, cubre una mayor área, incluyendo a la otra orilla del
océano con la participación de México, Perú y Chile. Si sumamos a ellos la
iniciativa en marcha de la Franja y la Ruta, que además de la integración
comercial incluye la construcción y desarrollo de infraestructura, se entenderá
que con tal nivel de interdependencia y las perspectivas futuras con China, resulta
poco probable que los miembros de la ASEAN
y los demás estados de la región, por más diferencias políticas,
rencores históricos, y por más preocupados que estén por el poder del gigante
asiático, se arriesguen a participar en una guerra total contra una súper
potencia que tienen justo al lado, cuando el inquisidor del conflicto no
termina de comprometerse y en todo caso se encuentra seguro en su hemisferio,
lejos del escenario de batalla, siempre y cuando la guerra se desarrolle en
forma convencional (sin el empleo de armas nucleares), las consecuencias en
vidas civiles, equipos, infraestructuras, ambientales y económicas; durante el
conflicto y después del mismo las sufrirían los estados de la región, que
independientemente del lado en que luchen y del resultado final terminarían
debilitados como región, favoreciendo la prolongación de la hegemonía occidental,
aun si resultara derrotado el bloque de Estados Unidos.
Es precisamente Estados Unidos
quien está creando el escenario del conflicto, contando con que sean sus
aliados, vasallos y estados de la región los que hagan los mayores sacrificios;
para ello crea el Quad (EEUU, Japón, India y Australia) y AUKUS (Australia,
Reino Unido y Estados Unidos) como mecanismos militares dirigidos contra China,
al tiempo que trata de forzar a más estados de la región, aun contra sus
intereses económicos nacionales, a elegir un lado, o mejor dicho su lado, y
comprometerse a alinearse contra China, por lo que espera que Corea del Sur
ceda a sus pretensiones y se una al QUAD, a sabiendas que la India mantiene su
principio de equilibrio estratégico y difícilmente se comportará como los
estados vasallos de la OTAN; de hecho así como India forma parte del QUAD con
EEUU, también integra la OCS (Organización de Cooperación de Changai) junto con
Rusia, Pakistán, Irán y la propia China, entre otros estados de Asia central
con los que viene de realizar ejercicios de defensa antiterrorista
recientemente. Todos estos mecanismos militares de países de la región o
exógenos alineados con EEUU para contener a China, no significan,
automáticamente, un frente común dispuesto a entrar en una guerra total contra
China, y sus potenciales aliados, por defender a Taiwan.
Si bien la jugada de EEUU parece
estar claramente expuesta y su alineación de fuerzas anti chinas, están
aparentemente definidas, del otro lado está una China cada vez más fuerte y
dispuesta, que sabe que aún tiene vulnerabilidades, pero que no está ansiosa
por buscar o crear alianzas militares desesperadas, en cambio extiende una red
de relaciones comerciales, diplomáticas, políticas y militares por toda la
región, asegurando siempre que la relación sea beneficiosa para todas las
partes, y evitando una relación de vasallaje o sumisión hegemónica. Ahora bien de
lo que si estamos hablando en el caso de China es de relaciones estrechas de
cooperación en materia de defensa, que sin llegar a ser alianzas militares
formales, si representan compromisos de complementariedad en el terreno
político y militar; entre estas relaciones, la más importante es con Rusia, que
si bien, como han declarado Putin y Xi, por ahora no es necesario entablar una
alianza militar formal, si representa el compromiso de complementar algunas de
las debilidades mutuas; hasta ahora esa complementariedad se ha traducido en
ejercicios militares conjuntos con un alto nivel de interoperabilidad de sus
fuerzas y tecnologías, tanto en territorio chino como en tierras rusas, además
Rusia ha compartido con los Chinos tecnologías y recursos para reforzar su
capacidad de vigilancia, alerta temprana
y defensa antimisiles, área en la que Rusia está por delante de los asiáticos y
resulta muy necesaria para la RPC; no sabemos hasta qué punto real ha llegado
esta política complementaria en defensa actualmente, pero en opinión de este
autor, pronto podrán verse una mayor integración en tecnologías aéreo
espaciales, navales y de inteligencia y guerra electrónica, con China
contribuyendo de alguna forma con su poderosa industria de construcción naval a
fortalecer la debilitada flota de superficie de Rusia, y a los rusos apoyando a
China en sus capacidades submarinas, sobre todo ahora que el marco de AUKUS,
los EEUU transmitirán la tecnología de submarinos nucleares a Australia,
representando una grave amenaza para una China cuya flota y tecnologías en
materia de submarinos nucleares se encuentra por detrás de la estadounidense y
rusa; es posible que veamos desarrollos conjuntos de investigación y desarrollo
de equipos militares, como ya ocurre con proyectos civiles (incluyendo los de
aviones de pasajeros); solo tome en cuenta que la impresionante industria naval
china aun no domina el desarrollo de reactores nucleares de aplicación naval al
nivel de Rusia, y su poderosa industria aeroespacial aún tiene problemas con el
desarrollo de motores más confiables y poderosos para aviones y helicópteros,
por otro lado Rusia aún no ha recuperado las capacidades de producción naval de
la URSS, la flota sigue viviendo de una herencia soviética que se agota, y la
industria avanza lentamente en la reconstrucción, es aquí donde el apoyo de la
inmensa industria naval china podría solucionar los problemas de producción
hasta que la capacidad de la industria nacional rusa se recupere. Es este
escenario de complementariedad de debilidades y fortalezas reciprocas lo que
aterra a EEUU y sus aliados, pero es precisamente el cerco y acoso planteado
por USA y sus aliados lo que hace que los lazos Ruso-Chinos se estrechen cada
vez más, aun si no llegara a una alianza formal (en la que ninguno de los dos
estados aceptaría algún tipo de sumisión como en el modelo de la OTAN), un
fortalecimiento mutuo entre estos gigantes simplemente aterra al occidente
colectivo; demás está decir que si hay algo que Estados Unidos quiere evitar es
una guerra contra Rusia y China a la vez, porque según sus propios cálculos, es
una pelea que no podrán ganar, sin importar quien se ponga de su lado.
Otros actores con los que china
mantiene estrechas relaciones de defensa son Corea del Norte y Pakistán; el
estado ermitaño y el pakistaní se encuentran en zonas de seguridad vitales,
haciendo de colchón defensivo contra amenazas poderosas como Japón, Corea del
Sur y la India; el poder militar de ambos aliados hipotéticos, siendo
relativamente inferior al de sus adversarios potenciales, sigue siendo
suficiente para preocuparlos, además no hay que olvidar que ambos estados son
potencias nucleares y misilisticas. En todo caso aun siendo estos aliados
potenciales de China en materia defensiva, es poco probable que sean
involucrados por los chinos en un conflicto por Taiwán, que se considera un
asunto exclusivamente interno, y su participación del lado chino en caso de una
conflagración que escale a toda la región tampoco está garantizada, a menos que
los aliados de Estados Unidos (India y Corea del Sur por ejemplo) los ataquen
en forma preventiva, obligando a su ingreso pleno en la confrontación.
En Conclusión, podemos decir que
el peor de los escenarios que resultaría en una apocalíptica confrontación
total entre un bloque proestadounidense, encabezado por EEUU, Reino Unido,
Australia, Japón, Corea del Sur, India, agrupados en QUAD y AUKUS, además de
algunos estados de la ASEAN como Vietnam, y europeos del bloque de la OTAN, y
un bloque prochino, bajo el liderazgo de China conformado por Rusia, Corea del
Norte, Pakistán, Irán, además de estados de Asia central de la OTSC y el sudeste
asiático, también miembros de la ASEAN, resulta honestamente poco probable, y
menos aún que el detonante de esta hipotética tercera guerra mundial sería una
operación militar china para la reunificación de Taiwán por la vía militar,
hecho que ocurrirá inevitablemente en esta década según todos los expertos.
Para Estados Unidos Taiwán sirve como mecanismo de contención para retrasar el
ascenso chino lo más que pueda, pero cuando China proceda con la reunificación,
habrá, protestas, quejas, notas diplomáticas, discursos en la ONU, retiro de
embajadores y sanciones, muchas sanciones, pero al final China habrá roto el
cerco de la primera cadena de isla y continuará su ascenso, EEUU lo sabe pero
tratará de retardar este curso con su política de máxima presión, contención,
disuasión, el peligro aquí reside en un error de cálculo, en un exceso
inaceptable en esas políticas y estrategias que crucen las líneas rojas y que
puedan convertir un conflicto local por la reunificación de una provincia
renegada con la gran China, en una escalada que nos lleve al peor de los
escenarios, con consecuencias lamentables para toda la humanidad.
Pltgo. MSc. Oswaldo Espinoza.
Docente/investigador UBV-CEPEC.
Especialización en Epistemologías
del Sur de Universidad Sur-Sur (CLACSO/CES/FLACSO).
Administrador de los blogs:
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Colaborador como analista para:
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Cubainformación.
excelente artículo
ResponderBorrarGracias por ti comentario. Seguiremos trabajando sobre este tema que puede ser clave en el futuro de todos.
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