El Nuevo Orden Mundial según Trump y los ultranacionalistas de extrema derecha. Pltgo. Oswaldo Espinoza.
El Nuevo Orden Mundial según
Trump y los ultranacionalistas de extrema derecha.
Pltgo. Oswaldo Espinoza.
https://tableroordenmundial.blogspot.com/
Cuando
Donald Trump ganó sus primeras elecciones, gracias a las particularidades del
sistema electoral de Estados Unidos, aunque formalmente fue un triunfo de los
republicanos, en realidad los que accedieron al poder fueron los
ultranacionalistas de extrema derecha de ese país, representados, en primer
lugar por la oligarquía supremacista blanca, dueña de industrias y negocios en
el territorio nacional, y los principales promotores de las ideas sustentadas
en los mitos del excepcionalismo “americano”, del pueblo estadounidense como el
nuevo pueblo elegido por Dios, que se hace público por primera vez en el
destino manifiesto; en segundo término están todos aquellos ciudadanos, que sin
pertenecer a esos sectores privilegiados, resultan estar convencidos de la
superioridad natural de los estadounidenses “puros”, es decir, hombres,
blancos, protestantes; son estos seguidores supremacistas, fascistas y
nacionalistas de extrema derecha, los que representan la base electoral de
Trump; unos y otros anhelan al EEUU de la posguerra y odian a los globalistas
que, desde su punto de vista, han arruinado a su nación, de allí su consigna de
hacer grande a américa otra vez, a través de sus líneas centrales: América
Primero y América Crece, o crecer en américa.
El
gobierno de la administración Trump, muchas veces tildado de incompetente,
irracional y hasta de idiota, en realidad ha servido a estos intereses y
prioridades, lo cual explica muchas de sus decisiones y políticas en materia
nacional e internacional, e implican el reconocimiento de la emergencia de un
nuevo orden mundial diferente a la bipolaridad de la guerra fría y también al
momento unipolar que sucedió a la caída de la URSS, básicamente caracterizado
por una economía globalizada y un poder militar incontestable de EEUU, con
presencia directa en el todo el mundo como gendarme global, que usó como excusa
la guerra contra el terrorismo, cubriendo su intervencionismo planetario con el
velo de legitimidad cómplice de los organismos multilaterales y el apoyo
irrestricto de sus aliados/vasallos; no, en mi opinión el estatus que busca
Trump y su gente es el que vivió EEUU al finalizar la segunda guerra, es decir,
el estado más poderoso del mundo, con la mayor economía, capacidad industrial y
tecnológica, además de poseer una ventaja militar absoluta, con la potencial de
proyectar poder convencional a escala mundial, además de ser el único país con
la capacidad y la voluntad, intencionalmente demostrada contra Japón, de usar
armas atómicas de destrucción masiva; súmele a ello un control neo-colonial directo
y con mano firme de todo el territorio continental americano, como zona de
influencia exclusiva al tiempo que mantenía alianzas con socios
extracontinentales para contener y limitar el poder y la influencia del otro
bloque de poder mundial, al menos hasta que decidiera dar el golpe definitivo a
la URSS, escenario que desaparecio cuando está ultima alcanzo el status
nuclear.
En
este sentido vemos como el Presidente y candidato Trump, decide establecer una
confrontación directa con China, ante el crecimiento imparable del gigante
asiático, así como, el inevitable desplazamiento del péndulo del poder
geopolítico mundial desde el atlántico norte a Asia; para ello, además de
culpar irresponsablemente a China por la pandemia global de la Covid-19, desata
una guerra comercial contra ese país y recurre a las sanciones unilaterales
para forzar el regreso de la producción industrial a su nación, junto con los
empleos y la tecnología que dice les fueron robados, siendo su intención final
desacoplar la economía estadounidense de la china; es cierto que es más fácil
decirlo que hacerlo, y las cosas no han salido como él y sus gente lo
imaginaron, pero eso amerita un análisis por separado de este artículo. De esta
forma se reconoce el poder de China y se le declara como el principal enemigo y
rival estratégico por lo que, a la intención descarada y absurda de debilitar y
aislar su economía, se suma la política de contención militar a través de una
serie de alianzas que pretenden comprometer a socios tradicionales y nuevos
actores en un papel más activo de presencia y poder militar en adición y apoyo
a la propia presencia armada de EEUU, lo cual a la larga podría permitir
disminuir el gasto militar propio en la medida en que los costos de contención
sean asumidos por estados como Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda,
la India y otras naciones del sudeste asiático con disputas territoriales con
China.
Ahora
bien para volver a la situación de la posguerra, que se rompió solo cuando la
URSS desarrollo el potencial nuclear y alcanzo el equilibrio estratégico
militar con la capacidad de represalia y la destrucción mutua asegurada que dio
origen a la guerra fría, la administración Trump ha venido rompiendo en forma
sistemática los tratados de regulación nuclear, saliéndose del INF (tratado de
armas nucleares de alcance intermedio) y el tratado de cielos abiertos, así
como comprometiendo seriamente la renovación del START III; la intención, como
ha denunciado Rusia, no es otra que liberar sus manos para desarrollar y
alcanzar una ventaja abrumadora sobre cualquiera en el mundo en términos
cuantitativos que le permita mantener a todo el globo a punta de pistola;
además que no se descarta que, al igual que contra Japón, exista la voluntad de
demostrar ese poder destructivo. Obviamente tampoco en este caso las cosas
salen a pedir de boca del inquilino de la casa blanca; por una parte los rusos
han logrado en forma sorpresiva una ventaja cualitativa y asimétrica en materia
nuclear desarrollando la tecnología hipersónica, que tiene la capacidad de
vencer los sistemas antimisiles que en teoría podrían detener el resto del
vasto arsenal ruso, eliminando temporalmente la ilusión estadounidense de salir
ilesos de una conflagración atómica; por otro lado China está aumentando y
modernizando a un ritmo inalcanzable su poder bélico convencional en todos sus
componentes y muy especialmente en la marina, razón por la cual EEUU se da
cuenta que pronto ya no podrá contener en solitario el poder chino en el
pacifico; tomando en cuenta ambas variables no es de extrañar que la
posibilidad de que una alianza militar, real y completa, se concrete entre
Rusia y China constituya la peor pesadilla de los Estados Unidos.
En
este nuevo ordenamiento mundial EEUU ya no necesita, o al menos así lo
entienden en la administración Trump, la legitimación de los organismos
multilaterales, por lo que se salen, desconocen e incluso sancionan a algunas
de estas organizaciones, acuerdos y pactos, optando por una línea de acción
unilateral y extraterritorial de sus propias leyes, contraviniendo el derecho
internacional. Tampoco necesitan disimular una relación de respeto y sociedad
con sus aliados, quienes ahora deben aceptar su condición de vasallos o
someterse a las represalias del amo; de hecho en este nuevo orden, la opción a
las alianzas tradicionales es lo que Chomsky llama la conformación de la
internacional reaccionaria, que no es otra cosa que el establecimiento de
estados sátrapas que representen el poder imperial en diversas zonas del mundo,
pero con sus propias capacidades y recursos, de modo que la presencia directa
de las tropas imperiales no sea necesaria sino como complemento, quedando
siempre abierta la posibilidad de proyectar poder si la situación lo amerita;
este es un movimiento que le permite concentrar sus fuerzas en territorio
nacional, devolver sus muchachos a casa, y disminuir el costo económico, y el
costo político que representan las pérdidas de vidas de estadounidenses en el
extranjero. Dentro de esta estrategia de estados sátrapas está el
fortalecimiento de la Anglósfera (Reino Unido/Canadá/Australia/Nueva Zelanda),
que incluye al Reino Unido fuera de la Unión Europea, como representante de
EEUU en sus ambiciones en el ártico, y a Polonia/Ucrania/naciones bálticas para
contener (acosar) a Rusia en el frente europeo; mismo papel que juega Israel en
Asia occidental, ahora reforzado por las acciones unilaterales de Trump y su
yerno; idéntico rol de Japón y Corea del Sur en Asia, al que pretenden anexar a
la India en la contención de China; y finalmente Brasil/Colombia desempañando
el mismo rol en el contexto latinoamericano. Todos estos estados, reciben y
recibirán trato preferencial en el fortalecimiento de su poder militar, por
cuanto para disminuir la presencia directa del imperio, es necesario que sus
satélites locales posean ventaja bélica sobre sus vecinos y cierta capacidad de
disuasión contra los rivales estratégicos del hegemon.
Recapitulando,
América primero implica, la reindustrialización de Estados Unidos vía
desacoplamiento con la economía china y el regreso de la producción a suelo
estadounidense con los consecuentes empleos y generación de riqueza localmente,
es decir una economía industrial que produce para sus propias necesidades y
para un mercado mundial cautivo (literalmente hablando). También incluye la
concentración de sus fuerzas militares en su territorio, conservando la
capacidad de proyectar ese poder a escala mundial si fuese necesario, y el
desarrollo de armas nucleares “super duper” en grandes cantidades que
garanticen una ventaja absoluta sobre los rivales geopolíticos, dejando de lado
la política del equilibrio estratégico por la de confrontación estratégica entre
potencias.
Ahora
bien, Crecer en América no es otra cosa que lo que yo llamo el neocolonialismo
monroista del siglo XXI (publicado en https://tableroordenmundial.blogspot.com/
y alainet.org), pues se trata de reimplantar la doctrina Monroe y someter a
todo el territorio continental desde Alaska hasta Tierra del Fuego al dominio
colonial directo y exclusivo de Estados Unidos; está estrategia implica
eliminar y execrar toda presencia e influencia de Rusia, China o cualquier otra
potencia mundial, regional o local de suelo americano, valiéndose para ello de la
presión, el chantaje, manipulación, guerra sucia, competencia desleal y sanciones
extraterritoriales; así mismo significa recuperar, por cualquier vía, el poder
político en todo ese vasto territorio, bien sea apoyando, incluso contra sus
propios pueblos, a los gobiernos alineados con el imperio, fomentando la
llegada al poder de grupos de extrema derecha reaccionaria como los de
Bolsonaro, Duque y Piñera, e incluso comprando traiciones como la de Moreno en
Ecuador; más allá de consolidar su presencia en los estados que ya se
encuentran entregados a su voluntad, la estrategia neocolonial, implica detener
los procesos políticos en aquellas naciones que desarrollan una política
diferente, alejada, o completamente independiente de la voluntad imperial, como
hicieron con el golpe de estado en Bolivia, y ahora con la persecución judicial
a los líderes progresistas para evitar su libre participación y regreso
potencial al poder en Brasil, Ecuador y Bolivia, contra Lula, Correa y Morales
respectivamente; finalmente está la voluntad expresa de intervenir militarmente
en forma directa o indirecta para cambiar por la fuerza el poder en Nicaragua,
Cuba y Venezuela, quien resulta ser la más amenazada en este momento de
profunda crisis multiforme, en el marco de las elecciones presidenciales e EEUU
y las parlamentarias en la nación bolivariana.
América
Crece, tiene como propósito final recuperar y consolidar todo el territorio
continental como zona de influencia exclusiva de los Estados Unidos, asegurando
bajo el control del hegemon los recursos naturales, un mercado cautivo para sus
productos y la mano de obra de barata y explotable para la relocalización de
algunas de las fábricas que aspiran sacar de China en particular y de Asia en
líneas generales, de igual forma, en términos geopolíticos, estarían reforzando
la capacidad de defensa en su bajo vientre, y manteniendo lo más lejos posible
de sus costas, espacio aéreo y suelo cualquier amenaza militar convencional
directa.
En
opinión de quien escribe, este es el nuevo orden mundial según Trump y los
ultranacionalistas de extrema derecha de su país y la internacional
reaccionaria que se está consolidando en el mundo, pero las acciones que están desarrollando
para lograr esa aspiración están llevando al mundo a un peligroso riesgo de
conflictos internos (guerras civiles, incluso en el seno de la propia sede
imperial), locales, regionales, y continentales, o peor aún, a una
confrontación mundial con un alcance destructivo potencialmente apocalíptico;
no obstante ellos no están jugando solos en el tablero mundial, hay otros
poderes abriéndose paso y postulando un nuevo orden multipolar y pluricéntrico.
Por otro lado también existe una humanidad que cada vez siente más y más los
efectos de la enorme desigualdad social, económica y política; una población
mundial, y especialmente del sur global, a quienes la crisis de la pandemia
está haciendo pensar en la necesidad de un cambio de cosmovisión en la que el
destino del mundo, y de la especie no esté atada a la voluntad de un imperio,
de los ricos y poderosos, de una pequeña minoría privilegiada, y menos aún de
un hombre.
Pltgo.
MSc. Oswaldo Espinoza.
Docente/investigador
UBV-CEPEC. Investigador asociado del CIM.
Participante
de la Especialización en Epistemologías del Sur de CLACSO.
Administrador
de los blogs: https://tableroordenmundial.blogspot.com/
y https://descolonizarlaeducacion.blogspot.com/
Colaborador
como analista para: Mundo.sputniknews.com, Alainet.org,
Otrasvoceseneducación.org, Analéctica.org, Aporrea.org, Rebelión.org,
Barometrolatinoamericano.blogspot, Cubadebate y Cubainformación.
Comentarios
Publicar un comentario